Los satélites son herramientas increíblemente útiles, y hay miles de ellos en órbita alrededor de la Tierra en este momento. Ya hablamos sobre los tipos de órbitas de los satélites y para qué se utilizan. Sin embargo, antes de que surgiera la era actual de los satélites, alguien tenía que dar el primer paso.
En la publicación de hoy, vamos a echar un vistazo al inicio de la era de los satélites y, en particular, al Sputnik 1: el primer satélite artificial en el espacio.
¿Qué fue el Sputnik 1?
El 4 de octubre de 1957, la Unión Soviética lanzó el primer satélite artificial del mundo, el Sputnik 1, a la órbita terrestre baja. La órbita del Sputnik 1 era elíptica; estaba aproximadamente a 230 km de la Tierra en su punto más cercano (perigeo) y a 940 km de distancia en su punto más lejano (apogeo). Le tomó poco menos de una hora y media dar la vuelta a todo el planeta.
Sputnik 1 era un satélite extremadamente simple. Era una esfera de metal de la que sobresalían cuatro antenas largas. Contenía un termómetro, un ventilador, un transmisor de radio, baterías y poco más.
La esfera tenía solo 58 cm de diámetro y pesaba 83 kg, lo que la hacía muy pequeña y ligera en comparación con muchos de los satélites actuales. Los satélites de comunicaciones geoestacionarios modernos pueden pesar hasta 7.000 kg: más de ochenta veces más que el Sputnik 1. El satélite artificial más grande actualmente en órbita, la Estación Espacial Internacional, pesa más de 5.000 veces más que el Sputnik 1 con 440.000 kg.
¿Por qué el primer satélite se llamó Sputnik?
‘Sputnik’, o спутник, que significa ‘compañero de viaje’, es la palabra rusa para satélite. Aunque Sputnik 1 fue el primer satélite artificial, la palabra ‘sputnik’ ya se usaba para describir satélites naturales como las lunas.
Por lo tanto, ‘Sputnik 1’ era más una descripción que un nombre. Sería parecido a que un país de habla inglesa lanzara un satélite llamado ‘Satélite 1’.
¿Cuál fue la respuesta internacional al Sputnik?
El exitoso lanzamiento del Sputnik 1 generó un gran interés internacional.
El lanzamiento tuvo lugar en plena Guerra Fría y fue visto como una demostración de la gran capacidad tecnológica de la Unión Soviética. Se creó una sensación de entusiasmo y competición en los EE. UU., que consideraban a la Unión Soviética como un rival.
Estados Unidos se apresuró a ponerse al día y, el 6 de diciembre de 1957, unos dos meses después del lanzamiento del Sputnik 1, intentó lanzar el satélite Vanguard TV-3. Desafortunadamente, el lanzamiento no tuvo éxito. El cohete no tripulado que transportaba el satélite perdió empuje casi de inmediato, volvió a caer a la plataforma de aterrizaje y explotó en una bola de fuego. Aunque no se transmitió en vivo, el lanzamiento fallido se filmó, se envió rápidamente a las emisoras y se mostró por televisión dos horas después: una experiencia desalentadora para el público estadounidense.
Vanguard TV-3 salió disparado de la explosión y se recuperó, estaba dañado, pero aún transmitía una señal. Se puede ver en el Museo Nacional del Aire y el Espacio en Washington, DC.
El 31 de enero de 1958, EE. UU. lanzó con éxito su primer satélite, el Explorer 1, lo que convirtió a EE. UU. en el segundo país en lanzar un satélite al espacio. Sin embargo, Explorer 1 no fue el segundo satélite artificial de la Tierra; la Unión Soviética ya había lanzado otro, el Sputnik 2, el 3 de noviembre de 1957.
¿Para qué se utilizó el Sputnik 1?
El Sputnik 1 no permaneció en órbita mucho tiempo. Sus baterías se agotaron después de tres semanas, por lo que ya no pudo transmitir señales de radio. Su órbita decayó con el tiempo, y el 4 de enero de 1958, tres meses después del lanzamiento, se quemó por la fricción del aire al volver a entrar en la atmósfera terrestre. Pero, a pesar de esto, fue un logro increíble.
La corta vida del Sputnik 1 en el espacio proporcionó a los científicos información básica pero esencial sobre cómo podrían operar los satélites. Al observar la rapidez con la que decayó la órbita del satélite, los científicos pudieron sacar conclusiones sobre la resistencia y la densidad atmosféricas a grandes alturas. Las transmisiones de radio del Sputnik 1 también mostraron cómo las ondas de radio podrían viajar a través de la atmósfera terrestre desde la órbita.
La señal que enviaba el Sputnik era simple; transmitía un pitido constante. Sin embargo, tenía una forma muy simple e inteligente de comunicar cambios importantes en la presión o la temperatura. Si la presión dentro del satélite bajaba drásticamente debido a un pinchazo (el Sputnik estaba lleno de gas nitrógeno), o si la temperatura subía o bajaba de cierto umbral, se activaría un interruptor y el pitido sería ligeramente diferente. Debido a esto, Sputnik podría transmitir información específica sin necesidad de transmitir nada más complicado que un pitido.
Estos pitidos no fueron recibidos únicamente por los investigadores. Cualquier miembro del público interesado con una radio de onda corta podría sintonizar y escuchar el pitido del Sputnik mientras viajaba por encima.
La función más importante del Sputnik 1 fue ser el primer satélite artificial de la Tierra. Le demostró al mundo que los satélites artificiales no eran simplemente teóricos; era posible poner un objeto en órbita alrededor de la Tierra. Con este conocimiento, los investigadores pudieron aprovechar el éxito del Sputnik y lanzar satélites más ambiciosos.
En la actualidad, hacemos uso de los satélites a diario. Los usamos para la navegación, las comunicaciones, el pronóstico del tiempo y mucho más. Nada de esto sería posible si, nadie hubiese dado el primer paso. En ese sentido, tanto la sociedad moderna como Darwin le deben mucho al Sputnik.
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